17 de mayo de 2011
Cuando la tierra nos aprieta los pasos..., hay que detenerse.
A veces la vida nos envuelve en papel de seda o alambra nuestro jardín.
Pero no importa, porque todas son ocasiones seguras de avance en nuestro camino.
Y siempre que vayamos alerta y sensibles a los colores del día, veremos la luz.
Soy un aprendiz incansable y como esponja navego por este oleaje de las horas.
Y aún me sorprendo con casi todo. Será que voy por la vida descalza
y acaricio atardeceres en el Plata y lunas llenas en el Saler. Pero son el mismo sol y la misma
luna que nos calienta o tienta las mareas.
El mismo cielo visto del revés si es que sabemos cual es el derecho.
No soy amiga de las fronteras será por eso que casi siempre mi pluma baila el verso libre no tienen casi nunca título mis poemas.
Aunque me veo obligada a montar en pájaros voladores cada año y me piden pasaportes de distintos colores. Pero no me importa porque lo valioso lo llevo dentro.
Vuestros aromas y los ojitos fijos en mi cuando recito o los párpados que escuchan cerrados..., y las voces que repiquetean en las lonjas de mi mundo y todos los abrazos que nos dimos..., y los versos y cuentos que me regaláis despacio cada lunes.
Sello mi corazón a diario y vivo sin papeles.
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