Hoy también me levanté cosechando, como casi todos los días.
Será porque me detengo en lo pequeño cuando me siento libélula.
Siempre me encuentro algún regalo del Universo, alguna sonrisa, alguna mano tendida, un abrazo o un corazón receptor. Por supuesto que en mi cielo también pasa alguna que otra nube o se desata alguna tormenta, pero siempre sale el sol, siempre los claros predominan.
Y estoy
agradecida por tener lo que tengo, por ser libre, por tener un techo y
alimentos, por ser leal a mis principios, por tener la capacidad de ver
en colores, de oler, de acariciar, saborearlo todo, escuchar además de
oir, por mi familia y mis amigos, por tener muchas patrias, por la
música, porque mi horizonte se mueve cuando camino, porque todo cambia,
por respirar, por anidar en tu recuerdo, por despertarte de tu sueño,
por recordarte a menudo, por la relatividad del tiempo y el espacio, por
la lluvia y la magia de la luna, por tu silencio, por la brisa que
refresca, por tener ventanas a la vida, por encontrarme cuando me
pierdo, por mi compañía, por escribir y que otros escriban para mi, por
encontrarme en tu mirada, por tener sueños, por sorprenderme, por
levantarme cada día, por reir a menudo, por saberte del otro lado y de
este, por el amor..., por tantas cosas doy las gracias que entierro la
queja y la necesidad y celebro la vida.
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