¿Cómo ponernos a veces en el lugar del otro? ¿Cómo sentir como el prójimo? ¿Cómo imaginarnos una vivencia ajena?
El dolor tiñe en un segundo el día; también lo hace la alegría.
Pero cuando la tristeza se anuda el cuello, ahogando la vida, ese segundo es eterno.
Para estos momentos se inventaron el silencio y el abrazo.
Por eso hoy te abrazo en silencio con el deseo de que mañana el nuevo presente haga renacer tu sonrisa.