Todos los domingos nacen de las entrañas, de las ausencias y presencias, de expectativas cumplidas o frustradas, de un clima determinante del respirar semanal, de un tiempo postergado que renace, de condiciones, de las necesidades vacías y los amores convulsos.
Cada domingo nos abre como una flor virgen para que desmenucemos lo preconcebido y enterremos los pretéritos. Porque un domingo encierra un presente libre que solo desea volar.
Lánzate a disfrutar de este día sin calendario y abre tus alas.