Hoy sus palabras, su risa, las miles de páginas de vida, esos pequeños ojitos sonrientes, los discursos y coloquios..., hoy todo su mundo adquiere una dimensión diferente. Su mundo que también hizo nuestro, mi mundo, también el tuyo.
Y es así Ricardo que te quedas... Te quedas para siempre en nuestros corazones que se actualizarán en cada aniversario de tu llegada, de tu partida. Te quedas para permanecer observándonos desde nuestras estanterías aún llenas, ocupando en la mía un lugar privilegiado entre las bes más queridas. Te quedas como un ejemplo de dignidad y de consecuencia, de valor humano. Porque hoy es al amigo al que le hablo, no al académico brillante. Es a ti amigo al que despido y deseo que la paz te abrace y sea remanso.
Ante la noticia solo he podido derramarme en el papel, la voz estrangulada, incapaz de pronunciarse. Este refugio que tú bien conoces.
Este pasado lunes le dije a Jesús que los primeros días de enero estrenaríamos año contigo, esa tarta de manzana (ya eran dos, una con crema y la ora sin) y un té al más puro estilo inglés, pretextos para compartir un ratito de alegría y de buena conversación. Revolver juntos tus libros, escucharnos, reír, hablar de literatura latinoamericana y filosofar solo lo imprescindible. Ya vez, una vez más la vida me enseña que no hay que dejar nada importante para mañana, que solo hoy es posible lo que deseamos y a veces ni eso...
Hace unos días que te pienso. Chocan en mi interior la tristeza y la alegría en este primer momento. La tristeza de saberte ya en otro plano, la alegría por quedarte también en mí, en nosotros; así como de saberte en paz.
Hoy solo puedo abrazarte en la distancia, abrazar a tu familia y a los amigos, unirnos en ese amor que te tenemos. Gracias por estos doce años, por ser y estar.
Feliz vuelo Ricardo, amigo. Feliz vuelo.
Un 29 de diciembre de 2021, a las 11:02 h.-