Me envuelvo de otoño, como ayer lo hice de estío.
Me pinto los colores ocres, rojizos, amarillos. Una estación nueva perciben mis sentidos y sin embargo el tiempo no existe. Quizá la ilusión cambia de forma para que no caigamos en el aburrimiento. En ese que hemos fabricado sin saber ni siquiera el por qué.
Y esas hojas que caen en mi nuevo vestido, no son hojas; son un trozo de mi que se desplaza para volver muy pronto a dar lugar a la vida. Y puede que aún yo no lo comprendiera totalmente.
Mientras insistes en encontrarte, habrás de florecer sin sentido en una primavera inventada, te vestirás de otoño y morirás en el invierno. Pero no desesperes, siempre la verdad te espera para abrazarte y la noria que incansablemente empujas en tu incertidubre se detendrá. ¿Para qué seguir cambiando de vestiduras? ¿Cuál sería la razón que crees tener para instalarte en este cambio permanente, en este bucle interminable que te sacude sin reposo? Quédate desnudo y en tu desnudez descubre el milagro de tu esencia. En esa vibración infinita despójate de todos los personajes que has representado, abandona las palabras, deja de elaborar estregias condenadas al fracaso y confía. Solo confía y déjate guiar. Despertarás del sueño siendo solamente Amor vestido de libertal en la paz. Tu Ser solo desea tu abrazo.