
Fue sólo un momento. Un momento en el que caímos al abismo.
Los truenos enfurecidos hicieron eco de los dioses. Los mares se desbordaron ensangrentando los valles. Mi corazón apuñalado no encontraba consuelo.
Tu cuerpo inerte frente a mis pupilas que te inventaban danzando entre velos. Lánguidamente bella, eternamente inmóvil. Tu mano en la mía no dibujaba ya deseos, no encontraba la caricia. Tu pelo sobre la roca caía perdiendo su brillo en bucles de otros tiempos.
Me arrastré durante horas dejando la huella de mi muerte. Una muerte que me abrazaba sin piedad en cada instante. El aire enrarecido golpeaba en mi nuca agitando las ramas.
La locura se apoderó de mi mente maltrecha ante tu presencia ausente.
Pinceladas grises cubrieron el bosque y los árboles en diálogo decadente se avalanzaron sobre mi figura.
Fue sólo un momento..., el que marcó mi vida.
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