que desviste un continente,
sin tregua, sin aliento.
Indígena despojado
de libertad, de tierras,
de dignidad, de cielo.
Reciclado
en una sociedad ajena
que desafía a los dioses
y enseña a rugir a la Naturaleza.
Y llora en su idioma
de neblina y de fuego,
plumas, cánticos,
danzas de Universo.
Mueren las quenas
y ceremonias,
los sabios viejos
cierran sus ojos
despojados
de identidad, de ancestros.
Pueblo que sucumbe
en la tristeza.
Selvas que siguen sufriendo
la conquista salvaje
de los poderosos,
antes en nombre de Dios
y hoy en nombre del progreso.
Iniquidad de un capitalismo
que ahoga memorias.
Una condena en vida
de los sobrevivientes,
negadas sus costumbres,
sin reconocimiento,
ajenos a todo
y dueños de nada
mientras
se les escapa el agua
de entre sus dedos,
sin el mínimo derecho de Ser.
Vivir exiliados
en su propia tierra,
invadidos, muertos
o exhibidos en el mundo
de los blancos,
Vaimacá Perú, Senaqué,
Tacuabé, y Guyunusa
Una América desangrada
¿Dónde está la civilización?
¿Hay algo que festejar?
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