lentement,
comme le vent
Roule moi,
doucement,
comme la neige
Fait avec moi
un bonhomme
son carotte,
avec coeur
Alors,
mange moi
comme une glace
Aime moi,
follemente
Hijo de Liévin Prévost, era procurador del rey en Hesdin. Estudió con los jesuitas de La Flèche y de Ruan, antes de enrolarse en el ejército a finales de 1711. Tras empezar un noviciado con los jesuitas, huye a Holanda. En 1717, empieza un segundo noviciado en La Flèche, para volver a enrolarse en el ejército, aunque esta vez como oficial.
En 1721, entra a formar parte de la orden de los benedictinos de la abadía de Saint-Wandrille antes de ofrecer sus votos en la Abadía de Jumièges y de pasar siete años en distintos monasterios de la orden en Normandía. En la abadía de Saint-Germain-des-Prés en 1727, trabaja en la obra de los benedictinos, Gallia christiana. En 1728, obtiene una aprobación para los dos primeros volúmenes de las Memorias y aventuras de un hombre de calidad retirado del mundo. Tras abandonar sin autorización el monasterio, recibe una lettre de cachet —carta con una orden o resolución directa y explícita del rey— y huye a Londres en donde aprenderá extensamente la historia y lengua inglesas lo que quedará reflejado en sus escritos futuros.
En 1729, una aventura le obliga a trasladarse a Holanda en donde tendrá una relación con una aventurera, Helena «Lenki» Eckhardt y publica en Utrecht en 1731 y 1732 los cuatro primeros tomos de El Filósofo inglés, o historia de Monsieur Cleveland, hijo natural de Cromwell, escrita por él mismo y traducida del inglés por el autor de las Memorias de un hombre de calidad que pronto se traducirán al inglés. Mientras tanto había adoptado el nombre de Prévost «d’Exiles» aludiendo a su propia vida, se sumerge en la traducción de la Historia mei temporis del presidente de Thou y publica los tres volúmenes de continuación de las Memorias y aventuras de un hombre de calidad cuyo último relato, la Historia del caballero des Grieux y de Manon Lescaut, tal vez inspirada en una de sus propias aventuras y que el Parlamento de París condenará a la hoguera. Al haber interrumpido Prévost la composición del Filósofo inglés, su editor holandés encarga un quinto volumen apócrifo (Utrecht, 1734) que pone en dificultades a su presunto autor por los ataques que en él hay contra los jesuitas.
En 1733, plagado de deudas, regresa a Londres, ciudad en la que funda Le Pour et contre, diario especialmente dedicado al conocimiento de la literatura y cultura inglesas, que seguirá editando de modo casi ininterrumpido hasta 1740. En 1734, negocia su retorno con los benedictinos y realiza un segundo noviciado de algunos meses en el monasterio de La Croix-Saint-Leufroy, cerca de Évreux, antes de pasar a ser a principios de 1736, capellán de Louis François de Bourbon-Conti, príncipe de Conti, que se convertirá en su protector. Los tres últimos tomos del Filósofo inglés aparecen finalmente en París de modo clandestino en 1738-1739.
También publicó otras novelas, entre las que destacan El Decano de Killerine (1735–1740) y la Historia de una Griega moderna (1740); la monumental Historia general de los viajes (15 vols., 1746-1759); y dos traducciones de novelas de Samuel Richardson, Cartas inglesas o histore de Miss Clarisse Harlove (1751) y Nuevas cartas inglesas, o historia del caballero Grandisson (1755).
Pasa sus últimos años en París y en Saint Firmin (que más tarde pasará a ser Vineuil-Saint-Firmin), junto a Chantilly, y muere a causa de una crisis de apoplejía en el bosque de Chantilly al regresar de una visita a los benedictinos de Saint-Nicolas-d'Acy.
A Gregorio Martínez Sierra
Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...
Plural ha sido la celeste
historia de mi corazón.
Era una dulce niña, en este
mundo de duelo y de aflicción.
Miraba como el alba pura;
sonreía como una flor.
Era su cabellera obscura
hecha de noche y de dolor.
Yo era tímido como un niño.
Ella, naturalmente, fue,
para mi amor hecho de armiño,
Herodías y Salomé...
Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...
Y más consoladora y más
halagadora y expresiva,
la otra fue más sensitiva
cual no pensé encontrar jamás.
Pues a su continua ternura
una pasión violenta unía.
En un peplo de gasa pura
una bacante se envolvía...
En sus brazos tomó mi ensueño
y lo arrulló como a un bebé...
Y te mató, triste y pequeño,
falto de luz, falto de fe...
Juventud, divino tesoro,
¡te fuiste para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...
Otra juzgó que era mi boca
el estuche de su pasión;
y que me roería, loca,
con sus dientes el corazón.
Poniendo en un amor de exceso
la mira de su voluntad,
mientras eran abrazo y beso
síntesis de la eternidad;
y de nuestra carne ligera
imaginar siempre un Edén,
sin pensar que la Primavera
y la carne acaban también...
Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer.
¡Y las demás! En tantos climas,
en tantas tierras siempre son,
si no pretextos de mis rimas
fantasmas de mi corazón.
En vano busqué a la princesa
que estaba triste de esperar.
La vida es dura. Amarga y pesa.
¡Ya no hay princesa que cantar!
Mas a pesar del tiempo terco,
mi sed de amor no tiene fin;
con el cabello gris, me acerco
a los rosales del jardín...
Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...
¡Mas es mía el Alba de oro!
~Gabriela Mistral~
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