3 de noviembre de 2017
Eslabón de Vida
¿Y si pudiera hacerme lo suficientemente pequeñita para velar tu sueño?
No invadiría tu hombría, esa condición de mayor que se te colgó al cuello hace algunos años cuando despegaste de mi piel en ágil vuelo. Guardo aún el olor a bebote dulce de tu cuello y ese tacto contra mi pecho conciliando el sueño. Me animan aquellas risas y esa complicidad que se tejió despacio al abrigo de nuestra soledad.
No olvido la llegada de la anhelada independencia, esa que impulsé con leves empujoncitos para sacudirte los miedos despacio. Tantas veces vestí al ogro de duende mágico, bajé las montañas o tendí infinitos puentes para que no cayeras antes de tiempo.
Llegó la gravedad en tu voz una mañana de otoño. Te me caíste de la falda sin remedio. Llegaron disimulados los desvelos y a la vez esperarte las fiestas al borde del desvanecimiento para saberte a salvo. Y así crecimos, yo haciéndome más niña y tú el hombrecito que deseabas.
Puede que este camino sea de idas y venidas, que a veces los sacudones del vagón me sorprendan, que el paisaje no siempre sea de siembra evidente, pero cuando dejas que el silencio te ocupe y paras el mundo un momento para bajarte, te reencuentro en un abrazo que todo lo contiene.
Y eso ya basta, se me llena el corazón de ti en ese segundo y respiro.
Ahora espero paciente la curva en el recorrido donde el sosiego te devuelva a mi regazo.
💗
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