19 de Mayo, un adiós, un vuelo...

Hoy es día de silencio, de recogimiento.
Ayer los dioses desataron la tormenta, anunciaron tu partida. Un aguacero profundo limpió el aire, lo preparó para tu vuelo. Todos los jardines lanzaron su perfume desde la tierra húmeda y el cielo se pobló de estrellas para una noche serena. Entonces decidiste amiga mía; decidiste que ya era tiempo de despedidas, de dejar este tránsito y este aprendizaje, de liberarte y liberar a los tuyos de cualquier dolor innecesario, elegiste la luz.
Hoy amanezco sin ti, con ese nudo que se ha ido atando con las horas a mi garganta, con esa imagen tuya fijada en mi mente. Y llegó la confirmación del presagio, llegó el aviso, el hecho consumado, la certeza de tu partida. ¿Qué puedo decirte amiga que tú ya no sepas? ¿Qué puedo contarte que ahora no entiendas? Te he llorado en silencio, te lloro en estos versos que se me saltan del pecho. Y te sé Amor infinito y luz, eternidad que comparto contigo, hilo de plata. Sé que añoraré nuestros abrazos de oso, la complicidad de nuestras miradas, tu mano en la mía y tus ojitos de almendra vivos y agradecidos.
Me habitas toda en esta noche solitaria, no hay lugar para nadie más. Es nuestra despedida terrenal, ahora sólo queda el reencuentro en la luz y la paz eterna. Mientras caminarás conmigo por el parque, recitaremos juntas nuestros versos, rezaremos al terminar la jornada y reiremos mucho como tantas veces. Prometo no dejar de contártelo todo. Este amor nuestro está más allá del tiempo y del espacio, somos hermanas que la vida unió por siempre.  Ya sabes que no sé de miedos, que sólo sé de vida y en ella la muerte es sólo un peldaño. ¿Quien de nosotros conoce con certeza si hay un comienzo o un final de todo? Has sido un regalo y doy las gracias por ello Miriam querida. Y allí donde regamos nuestro jardín, la vida siempre florece.

Mañana es día de consuelo y de cenizas.
Mañana ya comienza otro tiempo, un compartir diferente, lejos del apego. Uniremos nuestras manos, nuestras voces, nuestros silencios y corazones, para aceptar juntos tu vuelo.
Entonces será en mi corazón donde nos encontremos, en ese lugarcito tuyo que te pertenecerá siempre. Y desde allí, amiga querida, oraremos, oraremos juntas para que las estrellas nunca dejen de brillar y el sol amanezca en nuestra sonrisa cada día.