¡¡¡ Bienvenidos corazones !!!

Deseo que disfrutes del contenido de este espacio, toma con cuidado sus curvas, atiende los silencios, respira profundamente y siente. Ojalá que este trocito de mi mundo nos ayude a acercarnos y así compartir el hilo de la vida. De corazón a corazón, PatMel.

Puede que a veces parezca ausente, pero aunque no veas las palabras mi esencia está allí y mi Ser te recibe con Amor.

Los escritos son de mi autoría y las imágenes propias o prestadas de la red.

10 de enero de 2010

Papelera de la vida


Los papeles se amontonan a lo largo de mis días. Algunos irrelevantes, simples testimonios de deudas pagadas, recibos cobrados, facturas de super.
Otros reflejan encuentros y desencuentros manifiestos como sentencias de divorcio, apelaciones de abogados.
Los hay que guardan momentos memorables como partidas de nacimiento, de defunción. Documentos viejos, de papá, de mamá, de mis hijos con las fotos de esa época. Títulos de estudios que ya ni recordaba que tenía.
En una caja apartada, sin embargo, se escondía un tesoro. Las cartas de mi padre, su protagonismo en mi niñez desde la distancia. Con cuidado las quité del sobre que las guardaba del tiempo. Algunas manuscritas en tinta, otras mecanografiadas con la Olivetti de papá. Todas mías, muy mías..., muy nuestras. Las apreté contra mi pecho en la nostalgia de recuperar sus palabras, su contenido, su cariño. Supe entonces que tenía que hacer algo con ellas y, de pronto, me ví en el suelo ordenándolas cronológicamente. La iniciativa llevó más tiempo de lo previsto ya que en muchas caí en la tentación de leerlas y algunas veces las lágrimas me devolvían a la tarea. Decidí que reescribiría a modo de memoria su contenido y en ello estoy. Aún no tengo claro el fin.
En el fondo de esa misma caja, en otro paquete reunidas, habían cartas de amigos, algún tío o tía y prima y hasta alguna de mamá. Postales y telegramas felicitando cumpleaños y fiestas navideñas.

Más abajo aparecieron unas cuantas fotos,...mi abuela, mi bisabuelo, un señor muy puesto de bigotes, fotos antiguas de familiares que no reconozco de adulta. También alguna foto mía del desván de mi niñez.

Los papeles de mi vida que me siguen acompañando y contándome lo que pueda olvidar, lo que no tenga presente. Fotos con amigos desde la niñez que hoy son hermanos de la vida después de más de cuarenta años de travesuras y amor compartidos.
Otras cajas traían libros queridos que van conmigo deambulando de casa en casa, mi colección de servilletas traídas por papá de todos sus viajes. En la última encontré algunos escritos de distintas épocas que leí al azar; algunos con vivencias que se habían borrado de mi memoria y redescubría en la lectura. Algunas cartas de amor o desamor, alegrías y tristezas...., la vida misma.
Y después de una pausa, me quedé un rato mirando los papeles..., mis papeles.
Mis papeles que eran también mi vida y trozos de mi y de mis seres queridos. Sentimientos atrapados en celulosa. Cuando internet no existía y las cartas zurcaban mares y volaban y nos unían en la distancia. Y vino a mi memoria la alegría de la llegada del cartero que traía ese papel cargado de novedades, cargado de encuentro que tanto habíamos esperado.
Todas letras talladas en la corteza de mi alma que me devuelven el sentir del ayer.

Entonces, agarré la caja y volví a guardar mis tesoros pues todo era necesario.

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