
Y ahora estás al otro lado.
Al otro lado de ese inmenso océano
que agita sin cocesiones las almas,
en un vaivén de sacudidas de alerta
Y vos ni siquiera te enterás de nada.
No sabés de ilusiones ni de extrañar
Tenés el ancla puesta con firmeza,
y en el sótano de tu alma sólo telarañas
Yo no sé por qué tuve que hacerte caso
ni en qué estaba pensando ese día
cuando, con tanta gente alrededor,
fui a estacionarme en vos, en tu vacío
Tu vacío que hice mío e intenté llenar
regalándote esperanza, risas y sueños
Pero no te alcanzaron para subir el telón
de tu desdicha concebida y mimada día a día
Nunca te son suficientes las caricias al alma
La tenés de baja junto a tu corazón jadeante
Te llaman los brillos, el papel que compra las gracias
Nada de lo que yo puedo darte...
Entonces, te sentás al margen de la vida
esperando un milagro que te rescate.
Pero no creés en los milagros ni en las Hadas,
no creés ni siquiera en vos mismo...
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